Mucho se habla de la libertad pero poco de cómo conseguirla realmente.
Desde el nacimiento, estamos condicionados por diferentes aspectos que limitan nuestra libertad: aspectos biológicos, culturales, socioeconómicos, etc.
Gran parte de ellos son el boleto de lotería que trajimos bajo el brazo y lo que hagamos o no hagamos con estos aspectos dependerá de nuestras posibilidades e imposibilidades.
He aquí, sin embargo, un elemento, la atención, que puede ayudarnos no solo a darnos cuenta de esos condicionamientos sino también a entregarnos ciertas pistas sobre cómo liberarnos de esas cadenas.
ATENCIÓN SIMPLE. Es una atención mecánica que responde a estímulos externos sin reflexión
La posible evolución del hombre
En su libro “Psicología de la posible evolución del hombre”, el pensador y escritor ruso George Gurdoef hablaba de la mecanicidad del hombre de hoy.
Este hombre mecánico se explica en buena medida, según el, en nuestra falta de atención o más bien en una atención básica y automatizada.
Ahora que nos metemos más a fondo en el tema de la atención, diremos que existen, según la clasificación que hace de la misma el escritor argentino Mario Rodriguez Cobos, cuatro tipos de atención.
Una atención simple
Una atención dividida
Una atención dirigida
ATENCIÓN DIRIGIDA. Aunque se intenciona de modo selectivo según “intereses”, esos intereses son igualmente mecánicos, sin cotejo.
El viaje que se nos propone, en este sentido, es una trayectoria que comienza en una atención mecánica bastante básica y que se parece mucho a la que emplean los animales (un sonido que hace que dirijamos nuestra atención allí donde se produce el sonido, por ejemplo) hasta una atención más “refinada” que implicaría la posibilidad de dirigir la atención voluntariamente hacia las cosas que nos interesan en la vida y que, en una fase superior nos permitiría incluso tener un punto permanente de ancla en nosotros mismos, es decir, atender a lo que nos interesa realmente y atendernos a nosotros mismos a la vez.
ATENCIÓN DIVIDIDA y DIRIGIDA. Se hace en función de múltiples estímulos. Tras un tiempo, esta atención termina también mecanizándose.
Escalando la atención
Subir de un estado de “no atento'' a un estado de atención mecánica y simple por estímulo externo, implica un pequeño trabajo de autoconciencia.
Ya entender que uno atiende mecánicamente es un avance.
Salgo de esa mecanicidad cuando dirijo la atención al mundo exterior si bien es posible que dirija también esta atención en una especie de selección por interés mecánico.
Este tipo de atención dirigida es un poco más sofisticada que la mera respuesta pavloviana a un estímulo pero es aún bastante básica.
Elegir el color del auto que compramos, por ejemplo. Elegimos de la oferta que tiene el fabricante, no existe una verdadera elección que responda a aquello que de verdad resuena en nosotros.
Es como elegir cuando una va con una lista a un supermercado.
Nos movemos dentro de un campo de intereses y nos movemos dentro de ese campo sin percatarnos de que nos estamos moviendo según esos intereses.
En este caso, seguimos siendo succionados hipnóticamente por estímulos externos que van chupando nuestra atención: formadores de opinión, políticos, el sistema, la educación, la publicidad, las redes sociales.
Aún atento pero sin cotejo, esa atención dirigida no deja de ser una atención manipulable.
Esta mecanicidad tiende a disminuir cuando pasamos a lo que sería la atención dividida.
Hay que tener en cuenta sin embargo que esa atención dividida puede también mecanizarse.
Un hombre que maneja el auto mientras habla por el celular, por ejemplo. La atención está en diferentes puntos: la calle, la charla, la caja de cambios, el semáforo.
Lo que buscamos, en definitiva, es una atención apercibida. Una atención que nos empuja a mirar el mundo y a mirar el propio cuerpo.
Cuando hablamos de apercepción, nos referimos básicamente a “una percepción muy atenta, clara y consciente”, la conciencia de la percepción, o la percepción al más alto nivel como la definió en su momento Gottfried Leibniz, el matemático y filósofo alemán a quien se atribuye el haber acuñado esa palabra.
Al hacer ancla en uno, hay un cotejo interno frente al mundo y, por lo tanto, me evito ser chupado o absorbido hipnóticamente por elementos externos.
Escucho al tipo de la televisión que me está describiendo algo pero también estoy atendiendo a mi sentir en mi registro.
La ATENCIÓN DIRIGIDA, como ejercicio tenso no puede sostenerse como práctica permanente sin llegar al agotamiento.
Practica solo lo necesario
Sobre este punto, es importante decir que la práctica aparece solamente como una recomendación para el testeo pero no para práctica cotidiana.
Si alguien quiere irse de cabeza y desarrollar una práctica constante lo puede hacer, pero va a terminar muy agotado, con muy poco rédito, además.
En vez de convertir esto en una práctica de “poderes” y “habilidades”, es mucho mejor convertirlo en una actitud que se incorpore sin tensión porque allí se va acumulando sin esfuerzo y no hay “rebote”.
Todo pasa por registrar es gusto por estar atento.
Esto no es algo que se pueda hacer por concentración, porque, hecho así, es un esfuerzo agotador.
Se hace porque la mirada se torna más leve, más desapegada, más extensa, más amplia.
Uno se des identifica, deja de estar pegado a lo que mira.
Uno llega a mirar como desde un lugar que no es el yo. Es como si se tratara de una mirada ajena.
Hacerlo con gusto
Es importante que haya un gusto por estas cosas, sino, no se puede.
Nadie puede entender por obligación algo que no pretende entender.
Vamos mal si alguien fue mandado por obligación a hacer un curso de atención.
Tiene que haber ganas de salir de la hipnosis.
La atención se eleva por atención, por atender a la atención.
Estamos hablando de que el acto de atender es un acto que permite descubrir que estás aprendiendo de una manera distinta, si estás atento.
ATENCIÓN DIVIDIDA y DIRIGIDA con centro en uno mismo y los sentidos (Atención Apercibida). De todas formas puede cansar como práctica.
ATENCIÓN APERCIBIDA DISTENSA. Ya no es una práctica, es una actitud reflexiva sobre la acción. Es una grata forma de pensar con centro en uno.